No soy yo, eres tú
Una de las preocupaciones de muchos centros de formación online, públicos y privados, radica en la posibilidad de suplantación de identidad de los alumnos en momentos claves como son los exámenes online.
Cuando el examen final es determinante para acreditar el aprendizaje y obtener el certificado de aprobación, resulta imprescindible verificar la identidad de quién se está examinando. Esto obliga en ocasiones a que la evaluación online se realice en forma presencial, desplegando una infraestructura de ordenadores en un espacio físico, verificando la identidad de los participantes, como en cualquier examen presencial, pero haciendo una prueba online.
Esto muchas veces no es posible, porque no es extraño que entre el alumnado haya personas que residen a cientos o miles de kilómetros del organismo que imparte la formación. Es una de las grandes ventajas del e-learning: no hay límites geográficos.
Asegurando la identidad para la evaluación online
Para identificar a quien se hace la evaluación online existen distintas soluciones, desde el control humano en una instancia de videoconferencia, reconstruyendo la sala de examen en un espacio virtual con múltiples participantes, a soluciones menos “artesanales” basadas en sistemas de proctoring. Estas son las que integramos en nuestro Campus Educativa, mediante las cuales se van capturando imágenes aleatorias de cada persona mientras realiza el examen, para verificar que nadie la sustituya, que no consulta materiales no permitidos, que no abandona su sitio, que no tiene a su lado a un “colaborador”, etc. Para este fin, se exige que tanto la webcam como el micrófono estén encendidos durante la prueba.
Esto ha motivado algunos reclamos estudiantiles como ha ocurrido en la Universidad de Granada, lo que ha desembocado en una resolución complementaria al Plan de Contingencia para la Docencia y Evaluación no presencial en la UGR, estableciendo una serie de medidas alineadas con la normativa de protección de datos en el uso de herramientas digitales.
El caso es que este tratamiento de los datos biométricos del alumnado, puede evolucionar hacia un procesamiento con técnicas de inteligencia artificial. El tema es tan complicado que ya ha merecido su consideración por parte de la AEPD (Agencia Española de Protección de Datos) que ha elaborado un informe sobre este particular, exigiendo algunas garantías de opciones alternativas para realizar la evaluación online.
Cierto es que no todos los LMS despliegan mecanismos que aseguren la identidad del alumnado, los cuales desconocen tal situación, y en ocasiones no son conscientes de que algunas plataformas ofrecen en la vista del Administrador, una información exhaustiva de la actividad que se realiza en cada una de las sesiones.
El Campus Educativa dispone de un informe especial llamado “Reporte de Trazabilidad”, que permite conocer todos y cada uno de los clics de ratón que realiza cada uno de los alumnos, indicando la IP desde la que está conectado, fecha y hora exacta del clic, qué herramienta de la plataforma está invocando, y qué acción ha realizado con ese clic.
¿Para qué sirve tanta información? ¿Sirve para la evaluación online?
Si imaginamos la cantidad de clics que se pueden registrar en un Campus como el nuestro, que no impone limitación en la cantidad de cursos ni en la cantidad de alumnos, tanta información podría parecer no solo abrumadora, sino posiblemente inútil.
Sin embargo, son muchos los casos en los que disponer de esta información ha resultado fundamental para resolver algunas situaciones, de las cuales describo dos, a modo de ejemplo:
Mi novia speaks well…
Hace unos años un organismo oficial utilizaba el Campus para ofrecer a los funcionarios cursos de inglés en diferentes niveles. Por supuesto, estaba previsto hacer un examen final en forma presencial en una sala de informática, pero utilizando el LMS.
Uno de los alumnos había ideado un plan perfecto que consistía en compartir sus credenciales de acceso con su novia angloparlante, quien a la hora señalada y de manera coordinada, se conectó desde otra localización para hacer el examen en su lugar, mientras este alumno simulaba estar haciendo lo mismo de forma presencial.
La filtración de la travesura motivó el análisis del Reporte de Trazabilidad, donde estaba registrada la realización del examen desde una IP distinta a la utilizada por el resto de los alumnos que se habían examinado, lo cual impidió que el fraude se consumara.
Cabe aclarar que el Campus permite, si así se desea, restringir el acceso de los alumnos a una IP específica o a un número limitado de ellas. Esto es un buen ejemplo de lo que puede hacer nuestra tecnología Educativa.
Yo lo envié, pero no llegó
Un centro de formación que ofrece titulaciones mediante formación online se encontró con un alumno que no había entregado -como todos sus compañeros- su trabajo de fin de máster utilizando la funcionalidad de entregar actividad, disponible en el Campus.
El alumno aseguraba haberlo enviado en tiempo y forma, acción tras lo cual no recibió ninguna notificación de error; sin embargo, el archivo no estaba y por ende no se podía corregir. Sin trabajo final, no había certificado de aprobación.
La situación se aclaró al analizar el Reporte de Trazabilidad, donde quedaba demostrado que el día indicado no se había hecho ningún clic que permitiera enviar el trabajo para su valoración, ni tampoco los días previos, ni posteriores.
Pero más claro quedó todo cuando se ofreció la posibilidad de entregar el archivo fuera de plazo, solución que el alumno declinó argumentando que no había guardado ninguna copia de su trabajo final y por tanto no pudo llevarse a cabo su evaluación online.
Una ayudita por favor…
Hace un par de décadas que algunos estudiantes tienen la opción de recibir alguna “inspiración”, o mucho más, para realizar sus trabajos académicos buscando en sitios clásicos como Rincón del Vago y otros muchos disponibles en la web, que ofrecen este tipo de “atajos”. Esta alternativa es válida no solo para la oferta formativa online, sino también en las modalidades presenciales.
Algo que parecía solucionar esa posible fuente de fraudes de autoría vino de la mano de servicios gratuitos y de pago para detectar el plagio en estas producciones. Estas herramientas están al alcance de los profesores para una correcta evaluación online, y también los alumnos pueden someter sus trabajos a estos análisis antes de entregarlos para su valoración.
Sin embargo, la oferta de estos servicios se va volviendo profesional, y resulta sencillo encontrar hoy algunos servicios que ofrecen el desarrollo de trabajos académicos de distinto tenor, a cambio de una suma de dinero… y en tiempos muy breves.
Y a todo esto se suma, recientemente, la existencia de herramientas de escritura de textos mediante IA (inteligencia artificial), que son capaces de generar y editar textos en forma automática, increíblemente rápida, y con “estilo humano”; generando redacción original o incluso parafraseando contenido existente extraído de distintas fuentes. Este último apartado refiere entonces no a la suplantación de la identidad de quien está entregando el trabajo, sino de la autoría del mismo.
Todo permite suponer que, en adelante, deberemos acostumbrarnos a que las producciones originales se generen contando con la ayuda de servicios de IA. Quizás estas producciones ya no sean un instrumento para evaluar conocimientos.
De momento, y a modo de cierre, solo resta aclarar que para escribir este post no se ha contado con ayuda de ninguno de estos servicios online, ni de la inteligencia artificial.
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